En un lugar muy frío de Londres había una niña con fósforos en la mano. Ella divisó a un hombre y se acercó a él con el fin venderle uno, pero el hombre los cogió y salió corriendo. La niña se puso a llorar mientras miraba como el ladrón huía, y entonces apareció otro hombre que se los robó al ladrón. El segundo hombre vio a la niña llorando y le preguntó si eran suyos. El hombre se los devolvió y la niña, que era un ángel, ya pudo ir al cielo en paz.
El enemigo de tu enemigo es tu amigo.
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