- Realistas: el narrador se atiene a los hechos que han ocurrido y los cuenta de forma que parezcan más cercanos a la realidad. No obstante, hay que señalar que toda narración, por realista que sea, siempre contará con un componente ficticio. Un ejemplo de narración realista serían las novelas históricas o determinados artículos periodísticos.
- Ficticias: el narrador cuenta una historia que no ha sucedido en la realidad, aunque en apariencia pueda parecer que sí gracias al uso de elementos que nos recuerdan a nuestra propia realidad, pese a que no son reales. Un ejemplo de narración ficticia sería, por ejemplo las novelas A tres metros sobre el cielo o Cincuenta sombras de Grey.
- Fantásticas: el narrador lleva la ficción a su grado máximo, contando historias imposibles e irreales, protagonizadas con frecuencia por personajes fantásticos y mágicos como vampiros o dragones. La acción de la trama suele desarrollarse también en realidades completamente diferentes a la nuestra, ya sea en el futuro o en un mundo imaginario. Ejemplos: Crepúsculo, Memorias de Idhún o Harry Potter.
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